miércoles, 23 de octubre de 2013

María del Carmen Navarrete Barrena


Nace en San Fernando (Cádiz). Está casada y tiene dos hijos. La pasión por la literatura le viene desde muy temprana edad, sobre todo por la poesía social, que tiene su auge en la generación de los años cincuenta-sesenta. Cursó sus estudios hasta los nueve años de edad, sumándoles dos más con un profesor particular a domicilio, que tuvo que interrumpir para dedicarse al bordado a mano y a máquina también, con el fin de confeccionar todo tipo de prendas desde el clásico pantalón a la chaqueta.

Una vez casada y con hijos, se incorpora de nuevo a los estudios y a partir de ahí frecuenta con asiduidad la lectura.

Después de cuatro años en esta nueva andadura, publica varios de sus poemas en la Revista Literaria “Arena y Cal”.

En el año 1997 entra a formar parte en el Grupo Literario “Ámbito”, así como publica trabajos en la Revista de este Grupo. A estas publicaciones siguieron otras como en “Tántalo” de Cádiz y en “Azahar” de Conil de la Frontera.

En el año 2007 obtiene un II Premio de Poesía en Salas de los Infantes (Burgos) con el libro titulado Razón de ser, actualmente publicado. En ese mismo año consigue el primer Premio de Poesía Nacional de Moriles (Córdoba) con el poema titulado “Mamá Eloise”; a éste le siguieron otros como el de Victoria Alba en San Fernando con el poema titulado “He vuelto de una patria”. Dos años más tarde volvió a obtener de nuevo el premio Victoria Alba con el poema “Pasa un hombre recorriendo las calles”

En la actualidad sigue siendo miembro del Grupo Río Arillo de Artes y Letras de San Fernando, en cuya Revista “Pléyade” edita sus trabajos literarios. También colabora en un programa de Radio La isla titulado “A vueltas con la literatura”.

Es amante y defensora de la Naturaleza y los derechos humanos y le fascina el mundo de los niños, a quienes va dedicado este libro.




    MAMÁ HÉLOISE

Hoy mamá Héloise está sentada
en una vieja silla
donde descansa el cuerpo.
Recuesta su cabeza en el cojín
que no supo poner en el respaldo.
¿Y para qué andar fingiendo
sin estar dormida?                       
Ya casi es todo un siglo el que le sigue.
Y mamá Héloise solloza
Su voz es como un órgano
que suena susurrante
y desabriga el alma
de su antigua tristeza.
Sus pechos permanecen ya desnudos
Y mamá Héloise sonríe,
tiene seca la piel y las entrañas,
También es como un árbol.
A medida que el sol se disminuye,
ya mamá Héloise suspira.
Ella sabe que las hojas
sirven para sus troncos.
Que no existe el regreso
de ninguna piel muerta.
Que todos los instantes
es tan sólo un instante.
Hay que mirar también en lo infinito.
Lleva sentada tiempo. Nada es igual.
La hierba se consume.
Sólo cierra los ojos. Hasta cuando.
Hasta cuando los límites.
Su voz sólo es materia.
Hay miles de segundos
en el tiempo que no se reconocen.
Y mamá Héloise descansa.
Sólo deja su mano sobre el filo,
nunca sabrá si hubiera sido libre
después de la experiencia. Hoy es todo
un sentimiento el que perdura
y ya no importa el sexo.
Y mamá Héloise me mira

y sigue recordando su pasado.  


                                                        Hombre y Dios
                                                Yo soy tu centro para ti, tu tema
                                                de hondo rumiar, tu estancia y tus pensiles.
                                                Si me deshago, tú desapareces.
                                                                                          Dámaso Alonso


Pasa un hombre recorriendo las calles
que va desde la libertad a la no libertad
Es un hombre        tan sólo pasa y mira
y de repente ríe sin respuesta
que huye lento olvidando la lluvia
                                            Hay una lucha en ti
que te recorre el cuerpo;
                                     donde aprietas el pulso
con una identidad que se pronuncia sola
                                   fluye muda la sangre
                                                    no sirven las palabras
Hay una humana costumbre
                                 que te regresa al mundo
                                       
vuelves a la total transparencia
                                    en este invierno frío
Están verdes los árboles
                                          ya no cabe pesar
en un verso sin nombre        no es posible
y       a veces te  roza el viento tus pestañas
mientras que el agua moja las paredes
Hay una regresión de huellas que transformas
que te invita a vivir
                                        donde te queda un resto
y  un silencio de pájaros y voces
como si fuera un noviembre al desabrigo
Tan sólo es el silencio de una ciudad que gime
donde sigues tus pasos
como un mar que regresa sin saber de oleajes



Me estoy imaginando
cuando mi cuerpo no hable ni respire
cuando este beso  ya no alcance dulzura
y sea parte de la flor y del agua
Me estoy imaginando
silvestre sobre el filo del mundo
tan sólo aquí y allá
pero siempre girando siempre       siempre…
Sólo formando parte de la circunferencia
como si los minutos
fueran tantos minutos
que el tiempo fuera el mismo
Me estoy imaginando
sin rostro sin palabras
pero siempre imborrable
Me estoy imaginando 






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