lunes, 7 de noviembre de 2016

CRISTOBAL GARCÍA SUPERVIELLE



Nací en Cádiz, no sé cuando pero dicen que en Abril de 1.952. Será verdad porque así consta en mi DNI. Y, por lo visto, vine al mundo con un lápiz (si no pluma) en la mano; pues por mucho que me empeño, no recuerdo cuando empecé a escribir. Lo que sí creo es que no dejaré de hacerlo. (Confieso que lo he intentado en ocasiones, pero…, aquí me tenéis.
En mi juventud participé en tertulias y recitales, sin éxito alguno. “Bueno, -me decía-, si yo escribo para mí…” (Y era verdad). Por lo visto, al cumplir años,  maduré como aprendiz de Poeta; porque los pocos que tuvieron acceso a mis escritos me animaban a que concursase. Tan pesados se pusieron que un día, (habiendo superados la cincuentena), osé empezar a presentarme a certámenes.

Y, hasta la fecha me han considerado merecedor de los Premios Internacionales “PLATERO” en 2.007; “POETA BENTO” en 2.010; y “JUAN ATILIO BRAMUGLIA” EN 2.014. Los Nacionales “VILLA DE MADRIDEJOS” en 2.012; “BARBARA DE BRAGANZA” en 2.013; y “RIOPAR” en 2.015. También de los 2ºs Premios Regionales “RODRIGO MANRIQUE” en 2.011 y “ALFONSO MONTEAGUDO” en 2.013. Amén de menciones  honoríficas en EE.UU., y República Argentina.

Espero que en el próximo ENCUENTRO nuestro pueda ofreceros la edición de todos ellos compendiados.


FRESCO HOMENAJE AL POETA-AMIGO
EN SU ANTOLOGÍA INCOMPLETA


   Se diría que me aguarda; que está presto a mi llamada
   cuando, -ayuno de Literatura-,surco los estantes
   con la vista y con las manos, en busca de la tibieza
   de los textos que, (apenas ordenados), se hacinan en los
      [anaqueles.

Siempre; como a mi encuentro, -constante-,surge
el libro de mi amigo: un poemario que se llama
a sí mismo: inacabado.

                                             (…”¿Para cuándo
el final, poeta; aún
                      no?”…


Y responde la sonrisa de silencio
del que lleva en su mirada
las rimas totales del misterio y del azul).


Las páginas son como pañuelos; sus poemas
confortan el desvelo, (el casi-llanto), al que me aboca
un afán rayano en lo demente
por alumbrar “una danza de palabras”.


¡Cuánto bien me hacen sus versos
encendidos de bondades!
¡Qué recreo, su lectura
ahíta de armonía y de mensaje!


Me llenan y me mueven
sus estrofas; me señalan, cada vez, un rumbo
nuevo; me descubren una senda
fresca y virgen a seguir en mi escritura.


Ajeno, en tanto, anda el poeta-amigo (su hacedor) por  
                                                         [encerados
color de olivo, planteando, -tiza
en mano-, teoremas, ecuaciones, enunciados…, a unos
  [pocos aprendices
de la ciencia y de la  vida
que combinan la lección con ilusiones.

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