sábado, 15 de octubre de 2016

Mª SIERRA MÉRIDA AGUILERA


Hace ya mucho tiempo que nací, tanto que ni me acuerdo. El lugar donde por primera vez vi la luz  estaba situado entre pequeñas colinas que van desapareciendo y por eso digo estaba, las colinas semidestruidas por la acción de la modernidad apenas se dejan ver.

Si observo mi rostro en alguna foto de bebé, ya denota éste, el carácter inconformista que me ha acompañado desde siempre.

Estudié gracias a mi pueblo y a sus ancestros culturales que hicieron que su instituto fuera el más antiguo de la provincia de Córdoba, donde tiene sede la Cátedra de Juan Valera, un sillón monumental de madera antigua un poco carcomida.

Pero vamos a dejar las nostalgias y aparquemos en el momento presente. Mi mente se entretiene sobre todo con los viajes y la música, (Joan Manuel Serrat y Amancio Prada, poeta el uno, versionador de poetas el otro. Son mis preferidos. También la música clásica y como no, la ópera; pero no sé nada de música solo me alimento de lo que mi oído deja entrar en mi cerebro. Amo el arte: la narrativa, la poesía, la cerámica, la pintura…, y en cada una de ellas he hecho mis pinitos. No en el flamenco, con el que a veces me emociono.


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Quisiera

Quisiera ser planta y que tú acariciaras mi piel.
Quisiera ser árbol y acompañarte creando música.
Quisiera ser pájaro y mover las alas en tu corrientes.
Quisiera ser el susurro que te acompaña en la sombras de la noche.
Quiero ser el silencio y esperar tu llegada para dejar de ser yo.


Quisiera con tu luz atravesar las campiñas.
Quisiera ser árbol y florecer en primavera con el fulgor de tus rayos.
Quisiera, como tú, abrazar los horizontes
embriagado con la senectud del día que se va.
quisiera ser idéntico a las estrellas
y en tu seno no quemarme.
Porque tú, amado sol (dios) del universo terrestre
con tu fuego (amor) omnipotente y tu misericordia

nos das las eternidad (vida).




Un día cualquiera…
Gris y verde el amanecer urbano,
irisantes focos de luz en la niebla,
pasos cansados se adentran en las calles,
colores rosados tras las murallas.
Dos niños ríen, el cubo de Rubik
se soluciona con facilidad
A lo lejos, las grúas del puerto
semiocultas por las minúsculas gotas de agua que las acarician,
localizan el lugar, no caben las dudas.
Esta tierra, este mar, este clima, no es el mío…
Han pasado cinco horas.
La nitidez del cielo azul, como un espejo
traspasa e inunda más allá de la luz.
El viento mueve las hojas, levanta la falda de las señoras,
el sol quema mi piel

Y asombrada me escondo en las sombras.

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