miércoles, 2 de noviembre de 2016

CARMEN SÁNCHEZ MELGAR






No sé qué extraño sentimiento se apoderó de mí el día que me dieron a conocer el poema “La Higuera” de Juana de Ibarbourou, en la Escuela Rural de Algatocin,  pero revolucionó de tal modo mi interior, que después de más de cuatro décadas y media aún no se ha ido el cosquilleo.  Y claro, desde ese día me fijo en todo lo que me rodea de otra forma, y empecé a mirarlo todo con otros ojos. Los ojos del poeta.
Desde entonces hablo con el papel y le cuento mis historias y las que me invento. Así he llenado cinco libros, y todavía quedan en un cajón muchos más. Claro que también han terminado arrugadas y hechas bolas un buen número de páginas que nunca formarán parte de nada.
Ahora me ha dado por la radio, y me hace ilusión creerme locutora, y me lo paso genial. Acabo de empezar la segunda temporada en Radio Casares, dirigiendo un programa que se llama “Cultura Sutura”  y la verdad es que “sutura” más de una herida sangrante por falta de “cultura”. En fin, ese título se lo puso mi poeta favorito, Juan Emilio Ríos, y aunque al principio no me gustaba, resulta que ya va dando que hablar…Me gustaría que si estás leyendo esto lo escucharas a ver qué opinas.
También hay otra cosa que me encanta: La pintura.  Pero claro, para eso hay que nacer con el don. Y como a mí no me tocaron las hadas con su varita cuando nací, pues me las tengo que arreglar con otras ayudas. Por eso coordino exposiciones como “Correos de Sabinillas con Arte” y dirijo el proyecto “Mostramos tu Arte” de la Asociación Hércules de las Artes y las Letras. Entre los dos, he comisariado más de setenta exposiciones y todo,  por  “amor al arte”, porque lo que me ayuda a vivir realmente, es mi puesto de trabajo en una oficina de Correos, en la que llevo más de media vida, y de la que pueden saber a través de mi poemario  “El habitáculo de mis días”.
Mi blog se llama galería íntima de Carmen Sánchez Melgar, por si te apetece conocerme.


ALFILERES
A mi hijo
Hoy le vi
más huérfano que nunca.
En sus ojos había el color bermellón
de los atardeceres veraniegos .
Las lágrimas  bajaban
mansas a fundirse
en su boca
de agua sin orillas,
mientras por mis venas
corrían alfileres
directos al corazón.

REJAS
a Svata
Mi risa quedó enredada
en las rejas de tu boca,
mi alma nadó en el mar
por la ventana abierta
de tus ojos.
El tiempo robó la primavera
y llegó la nieve
a nuestras sienes.
De nada sirve ahora 
cerrar los puños.

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