martes, 1 de noviembre de 2016

NURIA RUIZ FERNÁNDEZ

Mi biografía dedicada al soliloquio más famoso del drama español de Pedro Calderón de la Barca.
Algunas noches sueño que mi vida consiste en levantarme a las siete de la mañana, tomar un zumo, arreglarme y llegar a la oficina. Después conduzco horas y horas visitando clientes, asesorando sobre números, hardwares y softwares, hasta que llega la noche. Horas de carretera oliendo a gasolina entre mis piernas. Y así un día tras otro. Y me siento feliz porque la gente confía en mí y esperan que yo les busque soluciones a sus problemas.
Otras noches sueño que nací para ser ama de casa, me veo en una cocina toda amarilla con cacerolas repletas de buenos guisos con especias, rodeada de niños y jóvenes que esperan impaciente delante de una mesa decorada con panecillos de colores. Y soy feliz, porque todos esperan, con los cubiertos en las manos, que yo sacie sus apetitos.
Una de las noches, no recuerdo cuando, un gran Hércules apareció a hurtadillas debajo de un frondoso árbol, se acercó a una gran mesa de madera y estalló sus puños contra ella. Los sueños se hicieron añico como piezas de puzles que volaron como confeti de colores. Hércules se apoderó de mis sueños y con su cara de niño bueno y músculos  infinitos, fue construyendo nuevas historias en páginas satinadas que volaban allende los mares como cigüeñas madres que buscan su nido. Y no puedo decir que fuera feliz, no, la sensación fue más que eso, las palabras se quedaban diminutas para explicar lo que sentía. Hércules me tendió su mano y yo alcé el vuelo dejándome llevar donde él quisiera. Confié él y el semidios me ofreció sus alas. Y desde entonces mis sueños navegan guiados por la brújula de su mirada.
“Todo lo aquí narrado está basado en hechos reales. Pudo ser un sueño pero lo convertí en realidad.”

Porque qué es la vida si no un frenesí, una ilusión, una sombra, una ficción, porque el mayor bien es pequeño,  y toda mi vida es un sueño, y mis sueños, sueños son.


DE GOLPE

Lo comprendí todo, de golpe.
Los sueños se hicieron realidad.
Las pesadillas se convirtieron en sueños.
La nostalgia causó estragos en mi estado de ánimo
Las mariposas en el estómago desaparecieron.
El mar fue viento, y el viento,
aromas de té con cardamomo.
El harem de mis pensamientos
abrió las puertas, y a raudales,
gotas con sabor a hierbabuena
cruzaban mis labios cuarteados.
El velo translúcido que cubría mis ojos
voló hacia el otro continente
donde los “sebnias” sí eran reales,
donde las “chilabas” rozaban los muslos
de mujeres pintadas con “henna”.
Y en aquella tierra
donde los ocres forman parte de la vida, 
lo comprendí todo, de golpe.



Alegoría  del nacimiento de un poeta
No era tarde.
Aún las luciérnagas de mis pensamientos
revoloteaban, colisionando entre ellas,
buscando una escapatoria digna
al colapso sempiterno que me persigue
desde hace una década.
Llegó el momento.
Y las crisálidas fueron aposentando
sus finas hebras de seda
entre el estercolero de mis cavilaciones,
infectando de nostalgia,
las bridas sin asiento de mi potro desbocado.
Finalizó el tiempo.
Los gusanos taciturnos de mi mente,
ebrios de cicuta maloliente,
se convirtieron entonces
en enigmáticas e insondables mariposas,
libres, finalmente, de mi espíritu enajenado.

Y  las hojas en blanco, se hicieron visibles,
Y  las líneas de tinta cabalgaron con ritmo,
Y  el título se hizo omnipresente,
Y  la pluma  parió un hijo,
Y  el poeta, por fin,  descansó.


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