lunes, 9 de octubre de 2017

JOSÉ MANUEL ALFARO BASILIO



Nací en Tarifa hace sesenta años y me fui a vivir a San Fernando en el 65. Acabé diplomándome en magisterio, por la especialidad de Ciencias, pero me dediqué por entero a la Educación especial después de titularme en Pedagogía Terapéutica.

Aunque me considero autodidacta en estas lides escritoras, quise “arrimarme” a gente amante de las letras y del escribir, por lo que “llamé a una humilde puerta” y me aceptaron en la Tertulia Río Arillo de San Fernando hace más de cinco años y en la que me sigo sintiendo a gusto.

Participo en los eventos y actividades relacionadas con el mundo de la literatura siempre que puedo, y cuando no puedo, respiro hondo, descanso y espero. Después, sigo pudiendo porque en la vida solo hay una sola dirección, y esa es la de la Estrella Polar, la que señala al norte; es decir, hacia adelante.


Sigo considerando el valor terapéutico de la escritura, por lo que continúo escribiendo y de tanto escribir, acabé publicando tres libros hasta la fecha: “La jubilación del delantal”, “Hoy es todo lo que tengo” y “Poemas de andar por casa” … Lo demás: “entremeses literarios” para no perder el hábito de “lectoescrbir” o para soltar lastres emocionales.


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Vuelve el otoño a la escuela

La última tarde del verano,
se apagó en el otoño.

Al amparo de una luz de pasillo
cierran los ojos los niños
en desigual despedida
de los cubos y de la arena,
de las palas y los castillos.

Pronto se recogerá la noche,
cubierta de nervios y de sábanas,
mientras los silencios de rocío,
bañan de escalofríos las mañanas.

Piedra tras piedra
va cimentando las aulas
tiernos cúmulos de inocencia.

Y se irá olvidando la pena
de los niños que construyen
sus pilares en la escuela.

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El veranillo del membrillo


 Por el veranillo de San Miguel
están los frutos como la miel

El veranito de los membrillos
era la ilusión de los chiquillos.

Soplaban y resoplaban
al calor del mediodía
redimido desde la alborada
y sostenido por el día.

El sudor enjugaba las camisetas.
La sed era enterrada por el agua.
Las noches se hacían de caldo,
y en los sueños vespertinos,
la fina arena y las olas
eran sus recuerdos encantados.
El veranillo del membrillo
vuelve locos a niñas y a niños,
pues fantaseaban que renacía
el verano de la playa y los ríos.

¡Los membrillos solo saben
que de carne, agua y azúcar,
también están hechos los niños!

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